Aries.

La ciudad tiene un nombre, y a nadie le importa. No le importa a los que lo conocen y definitivamente no le importa al resto. Sufre el día entre ruido y prisas y sonidos de sirenas que nadie sabe de dónde vienen y por la noche se transforma en el infierno azul de los neones y los reflejos de las televisiones a través de las ventanas, bajo un cielo vacío y naranja y carente de sentido.
Todavía no me he atrevido a mirar cuántas horas tendría que caminar si quisiese ir a verte y sospecho que nada de lo que haga podría prepararme para semejante cifra.
La ciudad tiene un nombre y lo he sabido y lo he olvidado y no me importa tampoco a mí, porque la ciudad es una más, es lo mismo que todas las ciudades. La ciudad existe de forma estacionaria y sin latido, y yo siento que cada día me parezco más a ella y que pronto olvidaré también mi nombre.

Mira detrás de ti.

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