Los presentes murmuraron e intercambiaron miradas preocupadas pero nadie hizo nada, porque sabían que era, al final, el transcurso natural de las cosas.
La multitud se acabó disipando mientras ella, todavía en la misma posición, observaba su reflejo en el charco de sangre negra que cubría la hierba del claro.
Un rayo de sol asomó entre los árboles.
La luz había vencido de nuevo a la oscuridad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario