Saturn.

Si le hubiesen preguntado a él, me hubiese llamado estúpido con una sonrisa, preguntándose en tono incrédulo cómo era posible que no creyese en las almas gemelas.
Y yo me hubiese limitado a mirarle hablar y gesticular, creyendo en el fondo de mi alma que ésa era la mayor expresión posible de belleza en la especie humana. Y callaría, callaría para no tener que admitir que, en realidad, creía en algo mucho más profundo que las almas gemelas. Callaría para no decirle a él y a todos los que quisiesen escucharlo, que me bastó con mirarle a los ojos durante diez segundos para entender que había sido estúpido en muchas más cosas de las que se imaginaría jamás. Que, como la Victoria de Samotracia, había perdido de forma irrevocable la cabeza, pero el peso de las alas que sentía a la espalda era más de lo que jamás había creído merecer.
Si le hubiesen preguntado a él, hubiese hablado de amor.
Y el día que le arrancaron de mí, entendí por qué.

You taught me the courage of stars before you left.

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