A veces, tienes que parar. Aunque te hayas convencido una y
mil veces de que tienes que seguir moviéndote porque si paras puedes no volver
a hacerlo, hay instantes donde simplemente tienes que correr el riesgo.
Tienes que clavar los pies en el suelo, mirar a tu alrededor,
ser consciente de dónde estás y de cuánto has avanzado, y decidir en base a eso
cuál va a ser tu siguiente destino. Tienes que respirar hondo y analizar si el
terreno es bueno, comprobar que no haya tendones rotos y revisar la predicción
del tiempo para asegurarte de que no se avecinen tormentas que no vayas a poder
capear.
Tienes que asumir que basar tu supervivencia en simplemente
avanzar es un error, porque existen las direcciones equivocadas: aquéllas que no has elegido tomar.
There are no wrong turnings.
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